miércoles, septiembre 21, 2005

Otro de mi autoria...



Clementina tenía el don de predecir el futuro y Cumaea lo vio en sus ojos desde la primera vez que entro en su tienda ofreciéndole unas quesadillas y una sonrisa a medias, se le notaba a leguas, y también a leguas se le notaba la soledad que le chorreaba por los ojos. Cumaea pensó que ver los ojos de Clementina era como verse reflejada en un espejo. Fue ella la que le enseñó a leer el futuro de la gente en las líneas entrelazadas de la mano izquierda, y después de un par de años y muchos secretos desempolvados, Clementina era capaz de leer las manos como si fueran libros abiertos, ella lo sabia todo y con asombroso detalle. Cumaea le dijo que tendría que ser muy cuidadosa en no leer nunca por error su propia mano o las manos de la gente que amaba ya que se volvería loca sabiendo cosas que eran preferible no saber con antelación.

Cumaea predijo la venida de Don Benjamín Garza y le dijo a Clementina que ella se casaría con él; también le dijo que las mujeres de su casa siempre llorarían por amor y que tendría muchos hijos.

El mismo año que Don Benjamín llego a Irimbo fue el último año que los “Gitanos del Mar” pasaron por ahí. Con ellos se fueron los colores, los griteríos, la magia, los hombres forzudos, las mujeres pechugonas y, lo más importante, la única amiga que tuvo Clementina en su vida.

Clementina tenía tal confianza en los poderes adivinatorios de Cumaea que emprendió la tarea de bordar su vestido de novia muchísimos meses antes de siquiera conocer al interfecto. Ella ponía las manos al fuego por que iba a venir a casarse con ella un hombre del tamaño de un gigante y era mejor estar preparada de antemano para tan importante acontecimiento.

Nadie supo como el llego a conocerla, pero un buen día Don Benjamín se apareció a la puerta de su casa con un ramito de claveles blancos y olorosos y muy pujantemente le pido a su padre la mano de su primogénita.

Tal y como se había predicho Clementina se casó con el gigante y tuvo muchos hijos. Cada domingo Don Benjamín llevaría a su esposa y a una larga hilera de chamacos de todos tamaños a la santa misa en la Parroquia de San Mateo, el santo patrono del pueblo. Uno tras otro, descalzos y muy aristocráticos con sus ropas domingueras; las niñas con la cabeza cubierta con unos chalecitos de encaje francés y los niños con pantalones largos, los niños Garza seguían a sus padres a la iglesia. La familia entera se sentaba en las dos primeras bancas y escuchaban muy atentamente el sermón del Padre Eulalio.

La misa de 12 era el evento más importante y concurrido de la semana en Irimbo. Todo el mundo estaba ahí sin falta, sin importar quienes eran o a que se dedicaban.
Fragmento de proyecto en proceso
Autora: una servidora.


Es solo un fragmento... estoy trabajando en esta novela actualmente y espero poder terminarla pronto..., me apasiona escribir y esta historia es maravilllosa, estare poniendo algunos fragmentos de vez en cuando para ver que tal les gusta.

2 comentarios:

Vic dijo...

Me gustó el fragmento!
Suerte con tu novela!!

jOjo dijo...

Creo que como escritora eres buenísima. Ya quisiera yo escribir tan bien como tú. :)

Me alegro encontrar tu sitio, ya te estaré pinchando de vez en vez... tal vez.

*muah*